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La dialéctica de Marx, más viva que nunca

Foto del escritor: Libia CarvajalLibia Carvajal

Quisiera comenzar aclarando, porque lo considero necesario, que no soy ni filósofa ni economista de profesión, me considero estudiosa (aunque poco constante, quizá), de ambas disciplinas, por lo cual me disculpo si algún erro pudiera tener mi redacción.

De lo poco que he leído, cuando se habla de dialéctica, muchos académicos tienden a enfocarse únicamente en Hegel, sin seguir el hilo conductual de la historia, que necesariamente debería remontarlos a Heráclito, cuando menos, y llevarlos hacia delante a Marx; es decir, tienden a explicar la dialéctica como algo que comienza y acaba con Hegel, que si bien pudo nutrirse de otras fuentes, la participación histórica de éstas es mínima. Y, cuando hablan de la dialéctica de Marx, es común que tiendan a trivializarla en su relación con Hegel (así como trivializan también a Hegel en su relación con Kant), como si Marx hubiera desbaratado completamente la dialéctica de Hegel.

Son pocos los que, al analizar la dialéctica como teoría del pensamiento, lo hacen partiendo de la realidad cambiante y en constante movimiento que la dialéctica misma ha establecido. Ésta es una característica importante del texto que ha publicado Editorial Esténtor: La dialéctica como método de investigación. En esta obra, el ingeniero Aquiles Córdova Morán comienza explicando cómo el hombre crea a los dioses a partir de los fenómenos de la naturaleza para comprender mejor el entorno que lo rodea, llegando a hacer planteamientos de corte filosófico respecto al universo y el ser humano. Cómo, en los albores de la historia, los textos que no eran propiamente filosóficos venían cargados de filosofemas, de verdades filosóficas de tipo materialista, y hasta dialéctico, que surgían como rayo en cielo sereno, en textos evidentemente de corte religioso o moral; señala como ejemplos los Upanishads o el Enūma Eliš.     

Avanzando en la historia, el autor llega hasta Grecia, considerada la cuna de la filosofía. Nos habla de los primeros filósofos sistemáticos, que necesariamente tenían que ser materialistas: los filósofos milesios Anaxímenes, Tales y Anaximandro y de sus obras Sobre la naturaleza. Fueron ellos los primeros filósofos que buscaron explicar y entender la unicidad en la multiplicidad de cosas del universo.

Tras ellos, llegó Heráclito: el primero en plantear de forma sistemática el movimiento, gran diferencia entre él y los filósofos milesios. Heráclito habló de la dialéctica como el cambio constante, el devenir (aunque él no acuñó esa palabra), que las cosas son y están siempre llegando a ser, y la concatenación de los fenómenos: como estos se entrelazan y que la muerte de un fenómeno da vida a uno nuevo. Si bien a Heráclito se le ha considerado el padre de la dialéctica, el autor puntualiza que ello es reduccionista, pues no fue él el primero en hablar de movimiento o de transformación de la materia, y es por eso que el autor consideró necesario comenzar su análisis en las civilizaciones antiguas.

Continuando su análisis, el ingeniero Córdova Morán señala cómo, con el desarrollo de la sociedad y las clases sociales, surge una nueva escuela con un nuevo modo de entender el mundo: los filósofos idealistas de Elea: Parménides y su discípulo Zenón, que buscaban refutar la dialéctica de Heráclito, señalando la inexistencia del movimiento, dado que todo venía del ser (acuñación de Parménides), que era omnisciente, eterno e inconmutable. A través de las aporías de Zenón, que el autor explica ampliamente, se enterró la filosofía de Heráclito, y fue este modo idealista de entender la realidad el que privó prácticamente hasta Marx. Kant, también mencionado por el autor, ahondó aún más la idea de la omnisciencia del ser, a través de sus antinomias (similares a las aporías de Zenón), y la incapacidad del hombre para conocerlo, esto es, para conocer la realidad.

Y llega así el autor a Hegel, quien buscaba una teoría del conocimiento lo más completa posible, contraria a la planteada por Kant. Es él quien construye las herramientas de la dialéctica, las leyes del movimiento y del devenir. Pero, como filósofo idealista que era, Hegel no pudo llegar a la conclusión necesaria de que, como los fenómenos naturales, la sociedad humana también está en constante cambio y transformación. Fue Marx quien vino a poner de pie la dialéctica de Hegel, que estaba de cabeza, dándonos así la mejor herramienta no sólo para conocer nuestra realidad, sino, principalmente, para transformarla.


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